sábado, 7 de noviembre de 2009

la costura como una herramienta mediadora entre la plastica y lo personal


En el 2002 iniciamos con la memoria del álbum familiar. En las bitácoras personales trabajaron cada momento especial, remendaban, hablaban con gran emoción de sus seres queridos muertos, la gran mayoría por muertes violentas, la misma historia se repetía una y otra vez. Aparecían personajes que se habían suicidado o la ausencia de sus madres por lo que desde muy pequeños habían quedado en manos de un pariente cercano o de la mejor amiga de la mamá ya que ella se encontraba en el exterior (España, Alemania, E.U.). Ese álbum familiar sirvió como pretexto para el desahogo, muchas veces lloramos porque algunos habían sido violentados sexualmente y lo contaban señalando al familiar del que habían sido víctimas.

Ese año se trabajó con mucho respeto en las aulas de clase pues nos considerábamos mutuamente como partícipes de historias que de una u otra manera se tocaban.

En el año 2003 la experiencia de la costura la trasladamos al cuerpo. Se calcaban los cuerpos sobre papel, se unían unos con otros, luego sobre el calcado del cuerpo, pegaban recortes de papel periódico con temas significativos relacionados con el asunto del cuerpo todo esto acompañado de fragmentos de color y de imagen que le aportaran un elemento estético al trabajo. Después se empezaba a coser por los empates dentro y alrededor del cuerpo arrojando así un ser humano suturado a través de la historia y un cuerpo que es sometido a todo tipo de circunstancias. La experiencia fue especial porque despertaba el interés por ese cuerpo ausente, el respeto por nuestro soporte y el límite que debo establecer con él. La actividad fue bastante lúdica por la proximidad de los cuerpos y los juegos que esa cercanía propicia y más tarde la costura generaba la posibilidad de hablar a la vez que exigía una concentración por periodos más largos; la lectura de diferentes temas sobre el cuerpo permitió la discusión en las aulas.

En 2004 trabajamos la memoria. Construimos unas cajitas todas iguales, parecían alcancías, dentro de ellas escribimos las cosas que no nos gustaban, las que nos traían dolor y, en la tapa, lo que soñábamos. Luego se cerraban en la parte posterior, les pegaban fotos que para los estudiantes fueran muy importantes, posteriormente se realizaba con la aguja y el hilo un tejido. La experiencia fue maravillosa porque esa cajita representaba muchos secretos que eran compartidos entre ellos, se hablaba en pequeños corrillos mientras se remendaba.

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